Santiago Pando hizo un documental o más bien una narración de vida. Una película que documenta hechos reales pero que no nos deja con un nudo en el estómago frente a las injusticias, hechos y horrores que hacemos los humanos, sino que nos deja con una sonrisa que en mi caso perdura ya una semana. Por eso la llama narración de vida. Rescata las cosas buenas que suceden y se basa en el principio que creer es crear y que, si cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas cambian. No se trata de un acto de magia sino de fe.
Tiene que ver con el trabajo desarrollado con y por los pandilleros en esta parte del planeta y cómo las realidades han ido cambiando cuando cambió la mirada sobre ellos. Cuando cambia la mirada personal pero también la colectiva, cuando cambia la mirada de las autoridades, de los empresarios, de los profesionales de diferentes disciplinas, y sobre todo, cuando cambia la mirada de los pandilleros sobre ellos mismos, la realidad cambia. La película será presentada en diferentes festivales por eso aún no está disponible en salas de cine o en internet.
Fue un llamado personal para continuar viendo desde el corazón al que a veces queremos abandonar para ubicarnos solo en la razón.
Él y su esposa Tisa se desplazan como fluyendo, caminan como si esquiaran, no hacen ruido pero están, observan, escuchan aun cuando parecen no hacerlo. Su atuendo, su figura, su manera de conversar, cuando conversan, tan ocupados están en mirar que hablan poco, sobre todo Tisa, con esa mirada profunda que me recordaba a esos otros grandes escuchadores que fueron Pepe Gómez y monseñor Proaño, pueden pasar desapercibidos, pero están intensamente presentes. Se definen como mensajeros que salen a encontrar sin buscar.
La vida es un hecho real. No es una película. Es mucho más interesante e importante. Porque no estamos conectados al yo soy necesitamos tratar de estar siempre en las apariencias de lo que son los demás.
Casi siempre que pregunto a alguien quién es, me responde con su nombre, su profesión, su género, su estado civil, la cantidad de hijos que tiene, su ocupación, su profesión, pero no siempre saben la respuesta a quienes son realmente. ¿Y tú, quién eres?
Y si no sabemos quiénes somos, entonces no descubrimos que todos somos uno. Y pasamos la vida juzgando. Insultamos, denigramos, excluimos y como un bumerán nos retratamos a nosotros mismos.
En la película Creer es crear –se la puede encontrar en internet– Santiago relata que su padre Antonio estaba muy delicado en un hospital en México y prácticamente se murió en los brazos de su madre Marcela que estaba sana y fuerte.
Ella pidió ayuda a los médicos, en eso llegó su hermana, la mamá le dijo que le dolía mucho la cabeza. La hermana buscó ayuda. Cuando el doctor salió, la mamá se había desvanecido. Un derrame cerebral le produjo la muerte cerebral. Diez minutos de diferencia con la partida de su esposo.
El doctor con lágrimas en los ojos les contó que la mamá le había dicho que cuando se fuera su esposo ella también se iría. El pensó que eso era imposible. Los padres demostraron que el amor conoce cosas que la ciencia aún desconoce.
No fue una tragedia, sino un acto poético de amor. Trascendieron unidos de la mano y la muerte no los separó, dice Santiago Pando.